Te amo
no por tu niveo nombre,
ni por tu engreida faz de niña.
Te amo,
por que te aborrezco
cuando te tengo cerca,
y te busco
en mis gastadas ojotas
cuando te marchas,
y a veces
me refugio
a escribir remedos de poesia
o a zurcir viejos sueños
de compartir
el pan que no tengo en la mesa...